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Alexandra Kay vuelve con fuerza con Second Wind, un álbum que llega dos años después de su debut All I’ve Ever Known y que marca una nueva etapa en su vida y en su música. Si el primer disco exploraba la angustia y los finales difíciles, este segundo trabajo se enfoca en la reconstrucción: sanar, reencontrarse y abrirse sin miedo a un amor diferente.
A lo largo de catorce canciones, Kay muestra una narrativa que avanza desde el desahogo hasta la seguridad emocional. Arranca con Better Off y Nobody, donde todavía se asoma el dolor que dejó el pasado. Pero el ambiente cambia pronto: Straight For The Heart empieza a caminar hacia un terreno más luminoso, mientras Right Now y Tomorrow Problems hablan de vivir el presente sin cargar con lo que ya no suma.
En el centro del álbum, hay piezas que exponen un espíritu más juguetón y valiente. Big Boy Boots deja clara una nueva personalidad sin filtros, mientras que Hell Right y Measure Of A Man juegan con la fuerza femenina y la autovaloración. Para quienes siguen la historia personal de Kay, Old Me funciona como un puente directo entre la artista que escuchamos en su debut y la mujer que ahora se vuelve a levantar.
Más adelante, Cupid’s A Cowgirl hace un guiño divertido al amor que se vuelve a intentar, y The Last se atreve a apostar por alguien cuando parecía imposible. En la recta final, What He Does y Feminine Energy celebran sentirse bien acompañada y segura de sí misma, hasta llegar al cierre con la canción que da nombre al proyecto: Second Wind, ese segundo aire que aparece cuando menos se espera y que cambia el rumbo de todo.
Kay sigue fiel a su esencia country, con historias personales al frente, pero se permite experimentar con sonidos más actuales y una actitud más fresca. El resultado es un álbum que fluye natural, que se siente honesto y que confirma a Alexandra Kay como una artista que no solo canta lo que vive, sino que también vive lo que canta.
Second Wind es ese recordatorio de que después de las tormentas también llega un día claro… y que volver a amar —a alguien y a uno mismo— siempre es posible.