Mantener nuestros pensamientos en el pasado o en el futuro nos mantiene alejado de nuestro presente, de nuestro bien. De esta manera nuestra acción mental se perturba y se vuelve ansiosa, no somos capaces de aplicar sinceramente la verdad que realmente se encuentra en nosotros.

Tomamos prestado problemas en lugar de confiar en la ley eterna del bien, que es suficiente para cada día tal como se presenta.

Hay que despojarse de toda duda, desconfianza, miedo y ansiedad. No es prudente vivir en el futuro, incluso cuando no es aconsejable vivir en el pasado. Podemos hacer un esfuerzo individual para ser más leal, más confiable, por lo que a partir de cada día surgirá un mañana más feliz.