Jessie Reyez y Lil Wayne se unen en RIDIN, y la química es innegable. Con una mezcla de rock, RyB y el toque inconfundible de cada uno, esta canción nos lanza de lleno a una montaña rusa de emociones y deseo. Desde el inicio, te atrapa en una historia donde la pasión se mezcla con el desengaño y todo se vive con las emociones a flor de piel.
Jessie, con su estilo crudo y sincero, lleva las riendas, contando la historia de alguien que busca algo más que una simple conexión. Quiere sentir, quiere vibrar, y lo hace claro con líneas que cortan como cuchillos. Lil Wayne entra en acción fiel a su estilo, lanzando metáforas sexuales con esa facilidad que lo caracteriza, añadiendo un toque provocador a la mezcla. Juntos, consiguen que RIDIN sea tan intensa como ellos mismos.
La protagonista de la canción está en modo rebelde, con las ventanas del auto abajo, el viento en la cara, y ese sentimiento de libertad y aventura que nos hace pensar en noches sin fin. Pero no todo es diversión; hay un trasfondo de dolor. Jessie canta con una mezcla de desafío y vulnerabilidad, admitiendo que el amor la ha lastimado antes y que ahora busca intensidad para sentirse viva. “Voy a necesitar que me asfixies,” dice, y en esa línea se resumen todas las ganas de sentirse completa, de encontrar seguridad en lo físico cuando las emociones la han dejado herida.
Lo que hace especial a esta canción es cómo mezcla lo fuerte con lo delicado. Por un lado, hay un deseo de control, de dominar la situación; por otro, una necesidad de ser sostenida, de no caer. Es un tira y afloja entre poder y vulnerabilidad, donde la pasión se convierte en un escudo contra el dolor pasado.
En RIDIN, Jessie Reyez y Lil Wayne no solo crean un hit; construyen un espacio donde lo emocional y lo físico se encuentran, donde el deseo se vuelve un refugio y la música una vía de escape. Es la perfecta combinación de rebeldía y ternura, y nos dejan claro que, a veces, lo que más necesitamos es sentir para recordar que seguimos vivos.